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Redacción CarGlobe

El día que… manejamos la tecnología Skyactiv X de Mazda

En 2012 cuando todo eran turbos, motores más pequeños y sueños de electrificación, Mazda se acababa de separar de Ford y comenzaba una vida nueva. Así nació todo el desarrollo de la tecnología Skyactiv, una filosofía que englobaba manejo, motor y seguridad.

Seis años más tarde estamos en las entrañas de los cuarteles generales de la firma japonesa en Estados Unidos, específicamente en Irvine, California, donde vamos a conocer de primera mano la segunda generación de la tecnología Skyactiv, la Skyactiv X.

Tal cual lo había anunciado en el pasado Salón de Tokio, la nueva generación de motorizaciones de gasolina son un híbrido de las mejores cualidades de uno de diesel y uno de gasolina, para conseguir un propulsor que tenga un bajo consumo de combustible sin sacrificar el empuje del mismo.

Mazda trabajó más de una década en el desarrollo de este motor de cuatro cilindros 2.0 litros que tiene una relación de compresión de 16.0:1, la más alta en cualquier motor actual, además, está equipado con un pequeño supercargador, para tener una mayor aspiración de aire y con ello una mezcla mejor.

El funcionamiento podría sonar complicado, pero no lo es tanto.

Para que un motor de gasolina funcione, tiene que mezclar dentro de la camisa del cilindro aire y gasolina, las cuales se comprimen y explotan mediante la chispa de una bujía, creando una fuerza que mueve el pistón hacia abajo, con ello el cigüenal gira, transfiere este movimiento a la caja de velocidades y esta a su vez mueve las llantas.

El motor de diesel tiene el mismo proceso, sólo que ahí la combustión se realiza por la alta compresión de la mezcla, por ello no utiliza bujías.

En el Skyactiv X el aire y la gasolina se comprimen muchísimo, con ello la temperatura de la mezcla se eleva demasiado. Esta mezcla tiene una presencia pobre de gasolina, pero con la alta compresión y la elevada temperatura, se puede obtener una mejor combustión.

De ser necesario, en el punto más alto de la carrera del pistón se inyecta un poco más de combustible. Cuando el motor corre a altas revoluciones, la mezcla estalla por sí sola, mientras que en revoluciones bajas se apoya de la chipa de una bujía.

El poder de esta explosión de alta compresión hace que podamos tener hasta 30% más torque que en el actual motor 2.0 litros de Mazda, pero con un consumo de combustible menor.

El nuevo Skyactiv X aprovecha mejor termodinámica del motor, acompañada de un complejo sistema de sensores y programas que evitan tener explosiones súbitas por la alta temperatura de la mezcla.

Los ingenieros de Mazda también han trabajado en la evolución de la plataforma de sus futuros lanzamientos enfocándose en la rigidez, seguridad y manejo

La suspensión tiene una nueva geometría, que ayuda a minimizar la transferencia de las imperfecciones del camino a los ocupantes, para ello nos mostraron un video comparando el movimiento de la cabeza del pasajero delantero cuando se pasa un pequeño tope, consiguiendo que haya un movimiento menor en esta nueva generación.

También se han integrado más zonas de soporte y aceros de alta resistencia, para tener un vehículo más rígido, lo que se traduce en un mejor manejo,

más dinámico y estable, así como en la protección de los ocupantes.

Seguimos con los asientos, que tras cientos de horas en el análisis de la posición correcta del cuerpo y las áreas importantes de soporte, se consiguió tener un diseño que evite la fatiga, una mala posición de manejo y acabar cansados tras un largo recorrido.

La mejor forma de entender cómo funcionan todas estas tecnologías juntas es llevándolas a la calle y probándolas en condiciones reales, así que nos pusimos al volante de unas de sus mulas de desarrollo disfrazadas de la actual generación del Mazda3 hatchback.

En los primeros kilómetros en la ciudad, nos enfocamos más en la forma en la que empuja el motor a bajas revoluciones, con muy buen torque que nos permitía salir de forma rápida cuando el semáforo cambia a verde.

Los asientos brindan muy buen soporte sin necesidad de tener ajustes lumbares eléctricos, el cuerpo se mantiene en su lugar.

La autopista nos dio rienda suelta para acelerar y sacar la emoción, de nuevo el torque del motor sale a flote, empuja de muy buena forma y en pocos metros ya estamos en el límite de la velocidad permitida.

Un pequeño atorón en el tráfico nos permite probar la recuperación del vehículo: sólo hay que bajar de quinta a cuarta para volver a tener una buena aceleración y recuperar el paso.

Las curvas de los puentes para entrar y salir de la autopista nos permiten sentir la rigidez de la estructura y como la poca torsión nos ofrece un auto muy bien plantado al piso y con una dirección precisa, incluso cuando la emoción nos hace entrar un poco pasados al puente, sólo hay que soltar un poco el acelerador para que se acomode y siga el trazo sin mayores contratiempos.

La nueva generación de vehículos de Mazda pondrá a la firma japonesa en un lugar muy especial del mercado.

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Redacción CarGlobe

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