Hablar de Michael Schumacher es referirnos a uno de los pilotos más grandes de la historia, uno que sólo se puede codear con Fangio, con Hill, Clark, Senna y Prost, en el Olimpo de la Fórmula 1, un piloto que destrozó todos los récords que existían en la máxima categoría hasta antes de 2004 y que dejó un primer escalón muy alto para sus predecesores y que hoy recordamos para festejar su cumpleaños 50.
Siete campeonatos del mundo, 91 victorias y una carrera que lo encumbró en la cima del automovilismo mundial. Schumacher siempre tuvo grandes fans y grandes detractores, pero nadie podrá decir que no es uno de los mejores pilotos que han visto correr en una pista.
Schumi nació el 3 de enero de 1969 en Hürth, oeste de Alemania, muy cercano a la frontera con Holanda, y a unos kilómetros de Colonia. Con apenas cuatro años se adentró en el mundo de las carreras, cuando su padre modificó su pequeño carrito de pedales y le puso el motor de una motocicleta sin imaginarse que había labrado el camino para el máximo referente de la Fórmula 1.
Schumacher llegó al kartismo y a los seis años ya se ceñía su primera corona. La carrera del alemán continuó gracias al apoyo de un empresario local y en los siguientes años siguió sumando títulos en los go karts, que lo llevaron en 1988 a los autos fórmula.
Esos triunfos lo llevaron a los autos Fórmula, corriendo en seriales 1600 y posteriormente los Fórmula 3, la antesala de los grandes campeonatos. En 1990, mientras participaba en la Fórmula 3 alemana, llegó al Campeonato Mundial de Sportscar con el equipo Sauber Mercedes, donde sumó dos victorias en dos campañas, la primera de ella en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
El llamado a la máxima categoría llegó a mediados de 1991 cuando el piloto francés Bertrand Gachot, estaba detenido en una cárcel inglesa por pelear con un taxista, y el equipo Jordan le dio el asiento titular para el Gran Premio de Bélgica.
El teutón dio rápidamente muestra de su talento y en la calificación se ubicó en el séptimo puesto, pero desafortunadamente su Jordan le jugó mal en la carrera y tuvo que abandonar la competencia en el séptimo giro por una falla en el embrague.
Esta demostración llamó la atención de Flavio Briatore, jefe del equipo Benetton, quien lo llevó a su monoplaza al siguiente Gran Premio (Italia), en sustitución del brasileño Roberto Moreno, quien se fue a Jordan a sustituir a Gachot las siguientes competencias de la temporada.
Michael sumó tres top 10 en sus primeras carreras con el equipo italiano y sumó cuatro puntos para el campeonato, con lo que aseguró su lugar para la temporada 1992 como piloto titular.
Para la temporada 1992, donde todavía era novato, se subió a ocho podios (en 16 Grandes Premios) y sumó su primera victoria en Bélgica, colocándose en el tercer lugar del campeonato de pilotos detrás de los imparables Williams de Nigel Mansell y Riccardo Patrese, y tres puntos por delante de Ayrton Senna.
El alemán se codeaba con los grandes y no lo intimidaban. En 1993 ganó otra carrera (Portugal) y terminó en el cuarto lugar, con nueve podios, en el resto de las carreras no se colocó dentro de los tres primeros por abandono.
1994 estuvo marcado por la trágica muerte de Ayrton Senna en San Marino, carrera que ganó Michael, quien al final de la temporada superó por un punto a Damon Hill, logrando su primer título de la Fórmula 1, mismo que defendió el año siguiente con una temporada contundente, que le dio 33 unidades de ventaja sobre Hill y también el asiento en Ferrari.
Quizá para la gran mayoría esta sea la forma en la que recuerdan a Schumacher, ese piloto enfundado en un nomex rojo con los brazos y los dedos índice extendidos, mientras celebraba una victoria.
Los 11 años de Michael con Ferrari son los más prolíficos que cualquier piloto y escudería hayan tenido juntos. Cinco títulos mundiales consecutivos, 72 victorias y 116 podios, nos hablan de la simbiosis que la Casa de Maranello y el alemán consiguieron, sobre todo, después de los duros años inciales.
El inicio del nuevo milenio sólo tuvo un rostro, Schumacher en lo más alto del podio ondeando los dedos como director de orquesta en los acordes finales del himno italiano, esa enorme sonrisa mientras regaba champaña por todo el podio y las caras felices de Ross Brawn y Jean Todt.
El alemán se retiró al final de la temporada 2006, dejando un legado de 91 victorias, siete títulos mundiales, 154 podios y 68 poles.
Sin embargo, continuó ligado a Ferrari como asesor del equipo de F1 y también en el trabajo de desarrollo de los nuevos súper deportivos de calle. Mientras mantenía viva su pasión por la velocidad corriendo algunos campeonatos de motocicletas, donde sufrió un grave accidente con lesiones en el cuello.
Pero en 2010, Ross Brawn levantó el telefono y convenció al Schumacher de unirse a su nueva aventura en el regreso de Mercedes-Benz como fabricante a la Fórmula 1.
Brawn había comprado a finales de 2008 el equipo de Fórmula 1 de Honda por 1 euro, habló con Mercedes-Benz para que le proporcionaran motores y mantuvo a Jenson Button y Rubens Barrichello como sus pilotos titulares. Al final de 2009, el Brawn GP celebraba los campeonatos mundiales de pilotos y constructores, así como la llegada de Mercedes al mando del equipo.
Para 2010 el gran regreso estaba sellado, Schumacher y Mercedes una vez más juntos, Brawn y Schumacher listos para armar otra dinastía. Sin embargo, Sebastian Vettel y Red Bull fueron la gran dinastía de finales de la primera década del siglo XXI, dejando a Michael en un plano secundario durante las siguientes tres temporadas.
El mejor resultado de esta nueva aventura fue el tercer lugar obtenido en el Gran Premio de Europa (Valencia) en 2012, la última campaña en activo de Michael dentro de la máxima categoría. Su último podio.
El 29 de diciembre de 2013 Schumacher se encontraba esquiando en los Alpes franceses, cuando sufrió un grave accidente, donde su cabeza golpeó una piedra. Este accidente lo ha mantenido desde ese momento en estado de coma.
El alemán fue trasladado a su casa en Suiza, donde sigue con su recuperación, de la que se han hablado muchas cosas, sin embargo, nada de ello se ha podido confirmar y es muy probable que nunca volvamos a ver ese sonriente rostro de nuevo.
Para celebrar su cumpleaños 50, Ferrari inauguró hoy una exposición en su museo celebrando el legado del Kaiser, mostrando sus monoplaza campeones del mundo, objetos personales, fotografías, frases y otros recuerdos del piloto más grande de la historia.
Redacción CarGlobe
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